Nada, que quizás pueda ser una deformación tenística, pero en este caso viene del título de un diario: ”En Buenos Aires hay cada vez hay más singles”.
Los sociólogos encontraron una manera de sostener su trabajo –convengamos que los antropólogos están mucho peor– y, nada, ahora sacan conclusiones por el estilo: debido a que el tiempo para estrechar lazos se ha reducido por dedicar hasta las vacaciones y el ocio al trabajo, ”los singles aumentan cada vez más”.
Vos pensás que esto no fortalece al tenis y nosotros sostenemos, desde esta página, que es imposible de soslayar. Martín del Potro seguramente sea producto de esta afición solitaria (la soledad no es lo mismo que el abandono). Solitarios que eligen la soltería, solitarios que adquieren esa postura unimembre debido al crecimiento geométrico de los divorcios, y solitarios que se dedican al tenis.
Al margen de los estudios recientes que hicieron en una universidad de California, lo interesante es que los ”singles”; es decir, esta sucesión de individualidades, ya no están solos: se ha creado un comercio pensando en ellos. Hay un anglosajón turismo ”single” que es más rentable que el familiar; el crucero del amor achicó sus camarotes después de entender cómo venía la mano y las canchas de tenis y los circuitos de singlistas profesionales de la ATP seguramente se hayan triplicado en los últimos años.
Del Potro no es un exponente de las nuevas generaciones de un deporte. No seamos lacios, por no decir simples: Delpo es un mensaje de prosperidad individual, indivisa, unitaria, centralista y/u ombliguista. Delpo es Bernardino Rivadavia.
Señores caudillos, señor futboleros, amigos de la Cámpora, gobernadores provinciales: el ”singlismo” competitivo y el otro, el amateur –que es tanto o más peligroso porque se propaga con vicios de holding y sin responsabilidad civil– tiene mayor poder adquisitivo que una familia disfuncional; o sea, una familia tipo.
Nada, que la soledad con convicciones se está reproduciendo con hedonismo patricio. ¡Cuidado con los ”gaudistas” (de Gaudio)! No hay un solo día de la semana en que los gaudistas no salgan a cenar a afuera. Los singlistas tienen comunidades virtuales, les inventan chats exclusivos para que se registren en sociedades y, en definitiva, dejen de estar solos.
Nada, que webean vendiéndose con perfiles válidos, circulan con fotos truchas y reproducen cartas de presentación dignas de un CV. Y perdón por la pregunta retórica: ¿La revolución de las redes sociales no derivará de la explosión de singlistas virtuales?
Entonces, nada, lo que no se advierte hasta ahora es que si cada vez hay más “singles” tal vez quiera decir que cada vez están menos aislados. Oh My Lord, el mundo se está llenando de gente sola y los demás, los que creemos en el prójimo sin reducirlo a la condición de mascotas, estamos empezando a ser minoría.
Como los escritores que escriben por amor al arte. Como los heterosexuales. Como los honestos.
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